Un susurro en la noche de los tiempos, un levantar la mano y decir: yo soy, estoy aquí, ahora; después, una larga hilera de silencios que habrían de ser colmados a deshoras, un replegar las alas y suspender el vuelo.
Gimen doloridas las sirenas, caen de golpe, abruptamente, humilladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario